Morelia, Michoacán, a 20 de agosto de 2015.- La idea de conservar a las especies en peligro de extinción, así como los denominados paisajes ecológicos, no bastan para revertir las consecuencias de las acciones que la civilización ha hecho y que han deformado los ciclos naturales en el planeta, es necesario también que haya una decisión personal, un cambio cultural, que lleve a nuevas formas de convivencia entre los seres humanos y su entorno, afirmó el ambientalista, biólogo y filósofo Dale Jamieson, durante el Café Científico, en el que compartió con una centena de alumnos, sus teorías sobre la Biología de la Conservación.
En el auditorio de la Facultad de Filosofía de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, como parte final del ciclo de conferencias tituladas: “El Antropoceno y la nueva Biología de la Conservación”, el investigador neoyorquino departió con alumnos de las facultades de Biología, Historia, Filosofía y Arquitectura, entre otros, sobre los retos a encarar por parte de la comunidad científica, para permear en las esferas políticas y económicas, así como en las diferentes culturas humanas, la adopción de nuevas formas de vida para revertir las consecuencias del daño que se ha infringido con el avance de la civilización humana a nuestro planeta.
En primer término, definió a la Nueva Biología de la Conservación con una vocación, más que como una ciencia, se trata, dijo, de trabajar activamente por “sanar”, “restaurar”, aquellos aspectos del ecosistema que se han dañado y darle un valor nuevo desde el punto de vista cultural a la Naturaleza como tal.
Sobre si este cambio de actitud y valores es posible en el corto o mediano plazo, admitió que los grandes cambios en la historia de la humanidad no han sido previsibles, “nadie pudo prever la caída del comunismo, por ejemplo, o el fin del Imperio Español, los cambios ocurren cuando una buena parte de los seres humanos queda convencido de que es momento de cambiar”. Por lo que Dale Jamieson concluye que el cambio cultural hacia el cuidado y saneamiento de los ecosistemas se dará cuando la humanidad esté lista para decidir, entre tanto, los científicos seguirán enviando mensajes sin saber al final si serán el punto para provocar esa decisión, lo que él describió como “dar disparos en la oscuridad”.
Añadió que, afortunadamente, la conducta humana es contagiosa y cuando algunos cambian, los demás imitan y se convencen más rápidamente, lo importante, concluyó, es creer que tenemos la capacidad de cambiar y revertir las conductas que dañan a nuestro medio ambiente.
Al hablar de la conveniencia de decretar áreas naturales protegidas y de educar a las comunidades que viven en ellas para que coadyuven en las acciones de conservación, el investigador dijo que creer que las comunidades son las adecuadas para mantener a los ecosistemas es un arma de dos filos, ya que lo que podría funcionar en México o Estados Unidos, puede no servir en África. Ejemplificó lo anterior al hablar de la indiferencia de los pobladores africanos en los trabajos para evitar la extinción de los elefantes, en donde ellos poco pueden hacer para mantener vivos a los ejemplares existentes, mientras que la tecnología ha logrado más, a través de la utilización de drones que siguen a cada ejemplar y reportan su estado a los investigadores interesados en su conservación.
Los habitantes de las comunidades insertas en áreas naturales protegidas, prosiguió, tienden a desestimar las alertas y conocimientos sobre el uso de suelo y conservación de especies que les dan los investigadores, porque ellos siempre han convivido con ese medio ambiente y no ven la utilidad de cambiar.
Otro aspecto importante en el tema de la conservación de especies y del entorno ecológico, afirmó Dale Jamieson, es el relacionado con la interdisciplinariedad, ya que se necesitan muchos puntos de vista: el biológico, el sociológico, el biológico, el filosófico, para tomar decisiones sobre cómo sanar lo que está dañado, por dónde empezar y cómo.
Sobre la afirmación de que el ser humano es parte de ese paisaje ecológico, el cual comparte con especies animales y vegetales, puede no ser del todo exacto, opinó, ya que el resto de los seres vivos no pueden cambiar un ecosistema como tal, pero el ser humano, a través de la construcción de una ciudad por ejemplo, puede causar daños irreparables a la naturaleza.
La clave, concluyó, es entender que existe una codependencia entre el ser humano y la naturaleza, ambos se necesitan para prevalecer sobre el planeta y sobre esa base, implementar diversas acciones de convivencia entre las actividades humanas y el entorno natural, de manera que los seres humanos lleguen al convencimiento de lo que ya no deben hacer y lo que deben comenzar a tener como una nueva forma de vida, para apreciar el verdadero valor del entorno natural.
Profesor de Estudios Ambientales, Filosofía y Derecho, Dale Jamieson es autor de los libros: “Reason in a Dark Time: Why the Struggle to Stop” y “Climate Change Failed–and What It Means For Our Future”, entre otros. Sus investigaciones han sido financiadas por la National Science Foundation, la US Environmental Protection Agency, el National Endowment for the Humanities, y el Office of Global Programs in the National Atmospheric and Aeronautics Administration.