Los niños a inicios del siglo XX fueron tratados como seres inacabados, afirma historiadora

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Morelia, Michoacán a 2 de noviembre de 2015.- A finales del siglo XIX e inicios del XX, en el estado de Nuevo León los niños fueron concebidos como seres inacabados, perfectibles en función de su madurez y educación en tránsito hacia la madurez, dirigidos de acuerdo a las políticas económicas y sociales de su tiempo, afirmó la doctora Norma Ramos Escobar, conferencista invitada al Seminario permanente de Investigación: Infancias, Problemas y Perspectivas, organizado por dos cuerpos académicos de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

Presentada por la coordinadora del seminario, María Teresa Cortés Zavala, Norma Ramos, quien actualmente es profesora en la Universidad Pedagógica Nacional No. 241 en San Luis Potosí, expuso las conclusiones de una investigación realizada sobre la vida de los niños nacidos en Nuevo León entre los seis y doce años de edad, en los años de 1891 a 1940 y la visión que los adultos tenían de ellos, los contenidos educativos y la formación cultural, ante sus colegas del área de Psicología, Medicina e Historia.

Al afirmar que existen pocos estudios antropológicos de los niños, dijo que si en esa época los niños eran importantes en función del futuro, hoy, en el presente de nuestros niños y niñas, debemos verlos como partícipes activos de la educación y sujetos de la historia.

Su estudio lo dividió en dos periodos: 1891-1923 correspondiente a la escuela porfiriana y 1923-1940 periodo en el cual se instaló un proyecto posrevolucionario, dividiendo las escuelas en rurales y urbanas.

En el primer periodo, durante el porfiriato, el nivel de estudios para las niñas no superaba el cuarto año de primaria y para los niños, el sexto año. Se presentaba un alto grado de deserción escolar y el reto para el sistema educativo de la época era que los ciudadanos alcanzarán por lo menos la culminación del cuarto año.

A través de la exposición de varias fotografías antiguas, la historiadora explicó que en ese tiempo los útiles escolares no existían como tales, había manuales, casi todos ellos editados en España, los cuales eran leídos por los niños, en vez de cuadernos había pizarras, por lo que todo lo que se aprendía era en base a la repetición oral y la memoria.

Había concepciones extremas sobre el carácter de los niños, así lo demuestran las calificaciones y notas de observación sobre su conducta con adjetivos que van desde “tiernas almas”, “dócil al gobierno de las escuelas”, hasta “perversos” o “insensibles a la voz de la razón”.

En la escuela se enseñaba como parte de la formación moral, la utilidad de las niñas y mujeres en las funciones del hogar, mientras que las funciones del niño y el hombre se encaminaba hacia la función del trabajo en la industria de manera regional.

A las mujeres no se les permitía practicar gimnasia, los hombres lo hacían dentro del estudio de educación militar, “había en ocasiones más rifles de palo en las escuelas para entrenamiento físico militar, que tinteros”, afirma la investigadora, lo anterior debido a las recientes incursiones de Estados Unidos y Francia a México.

En los llamados Manuales Educativos, se promovía al niño bilingüe (uso del idioma inglés sobre términos relacionados con la manufactura de productos) y como militar, mientras a la niña se le preparaba como futura madre, encargada del cuidado de la casa, esposo e hijos. Además, el contexto social veía a los niños como mano de obra desde los 14 años, no se consideraba que el trabajo de obrero era exclusivo de los adultos.

El sentir de los niños y niñas de la época porfiriana, se deja ver en pequeñas anotaciones, dibujos en los manuales educativos que hablan de una niñez corta y aburrida, con una concepción del país muy regional -dibujaban a Benito Juárez vestido con atuendo norteño- acotó la doctora Norma Ramos.

El panorama durante el segundo periodo de estudio, 1923-1940, trae cambios importantes, inicia la educación pública que concibe a los niños como seres activos, futuros ciudadanos, que saben leer y escribir y como la punta de lanza para las transformaciones económicas del país.

Con el auge económico surgieron las primarias privadas, así los niños neoloneses quedaron divididos en privilegiados, campesinos, boleros y papeleros, y finalmente obreros, relató, “mientras que a los de clase alta se les promocionaba en los periódicos locales, a los niños que trabajaban dentro de empresas se les preparaba para ello desde pequeños.

En el área rural, los horarios y contenidos educativos eran diferentes, ya que el niño tenía que realizar las labores propias del campo antes de iniciar su jornada escolar, por lo que vivían de una manera más tranquila como se refleja en sus dibujos, aunque de todas formas eran considerados como mano de obra laboral necesaria.

Entre los trabajos que realizaban los menores estaban: torcer tabaco, bolear zapatos, vender periódicos, pintar casas, cargar el mandado en los mercados, cantar en fiestas, vender tortillas (exclusivo de niñas), lavar y planchar ajeno (niñas) y vender dulces en la calle. En el hogar, en el medio rural los trabajos destinados a los niños eran buscar leña, acarrear agua, pastar chivas, tejer ixtle, cuidar hermanos, hacer tortillas y la limpieza, así como apoyar en la siembra.

La investigación expuesta por Norma Ramos, se basó en el estudio de documentos en los archivos históricos del estado de Nuevo León, de la ciudad de Monterrey, el Archivo Histórico de la Secretaría de Educación Pública, la Hemeroteca Nacional, la de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León y el fondo reservado “José Alvarado” de la misma facultad, así como el Fondo de Manuales Escolares Españoles en Madrid y el Centro Internacional de Cultura Escolar ubicado en Beñanga de Duero en España.

Además se consultaron biografías de la época, producciones escritas de los niños como dibujos, diarios escolares, periódicos, cartas, entre otras y entrevistas con ex alumnos (hoy ancianos) de escuelas rurales, bibliografía pedagógica de la época y diarios de profesores.

Norma Ramos Escobar tiene entre sus líneas de investigación la Historia de la Educación y Género en los siglos XIX y XX; Historia de la niñez en la educación pública y cultura Escolar. Ha participado en diferentes congresos nacionales e internacionales relacionados con la historia de la educación. Ha sido docente de licenciatura y maestría en instituciones de educación superior, es investigadora inscrita en el Sistema Nacional de Investigadores Nivel I, cuenta con quince publicaciones entre libros, capítulos de libros y artículos en revistas indexadas.

Fue ganadora del premio Israel Cavazos Garza en el 2006, por su trabajo de tesis de maestría y Mención Honorífica en el Premio Museo de Historia Mexicana en el 2013 por su tesis doctoral.

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