Morelia, Michoacán, a 20 de septiembre de 2015.- A través de la mesa redonda titulada “México y Estados Unidos. Durante la guerra de independencia de Cuba 1895-1898″, en la cual participó el director del Instituto de Historia de Cuba, Yoel Cordoví, así como los investigadores nicolaitas en Historia Agustín Sánchez Andrés, Claudia González Gómez y María del Rosario Rodríguez Díaz, se plasmó el trabajo diplomático del movimiento insurgente cubano, así como del nuevo gobierno, para que en América Latina y Estados Unidos, se le aceptase como una nación independiente de España.
En presencia de alumnos y docentes que se dieron cita en el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana, se analizó la coyuntura de México, Estados Unidos, España y los países sudamericanos que les llevaron a mantenerse al margen del movimiento insurgente que encabezó José Martí, en aras de lograr que su país se independizara de España.
Para Cuba, era de vital importancia el poder ser respaldados táctica y económicamente por México y Estados Unidos, externó el doctor Yoel Cordoví, ya que una vez lograda su aprobación respecto del movimiento insurgente, lograrían el apoyo de los países de América del Sur, sin embargo, pese a la labor diplomática tanto del Partido Revolucionario Cubano como del nuevo gobierno en la isla encabezado por Tomás Estrada Palma, no lograron la intervención de México, gobernado por Porfirio Díaz, ni el de Estados Unidos.
Había en ambos países un apoyo de ciertos estratos sociales, pero con sus reservas, ya que, añadió el historiador Agustín Sánchez Andrés, al ver que la mayoría de los cubanos eran de raza negra, les parecía que no serían capaces de autogobernarse. Para los Estados Unidos, que acababa de remontar una fuerte crisis económica, había mucha presión en el poder legislativo, para que no aprobaran la intervención en Cuba para frenar la guerra, ya que el interés por la producción de azúcar y el desvío de presupuesto para mantener una guerra en la isla, hacía temer a muchos el regreso a una crisis económica.
Durante las exposiciones se destacaron las intervenciones de 13 senadores estadunidenses, encabezados por Franklin Delano Roosevelt, quienes estaban por la intervención en Cuba para evitar la masacre que estaba provocando España para contener la rebelión. La labor del mexicano Matías Romero Avendaño, quien entonces fungía como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de México en los Estados Unidos, desde donde trabajó para buscar aliados a la lucha cubana.
Por otra parte se describió el ambiente en sudamérica con motivo de los límites territoriales entre Perú, Ecuador, Colombia y Bolivia, cuyo árbitro era España, país del que se acababan de independizar, lo que hizo difícil que aceptaran el movimiento de independencia cubana y menos aún, brindaran apoyo.
Posteriormente, con el gobierno del presidente Benito Juárez García en México, se logró cierto apoyo militar, a través de la dotación de armas, aunque fue mayor el apoyo ideológico, ya que en ese entonces México enfrentaba la invasión de Francia. Varios periódicos de carácter nacional y “La Libertad” y “El Hijo del Ahuizote” en Michoacán, apoyaron decididamente la revolución cubana, sin cortapisas por parte de las autoridades gubernamentales.
Mientras, en la ciudad de Nueva orleans en Estados Unidos, se conformó un despacho de noticias para los medios estadunidenses, en donde se recibían los partes de guerra y el ambiente de la isla, donde se traducían y componían a modo de que en la nación se aceptara el movimiento independiente.
Finalmente, al firmarse el Tratado de París en 1898, con la intervención de los Estados Unidos a favor del movimiento revolucionario en Cuba, se logró que España se retirara de la isla en la que se vivió una ocupación del ejército estadunidense hasta 1902, cuando se estableció Cuba como una República.